Josep Moya Ollé
Opinión

El día después del 15 de junio

Josep Moya Ollé

Martes 24 de junio de 2025

4 minutos

El maltrato en la vejez, una realidad oculta a los ojos de los demás

Martes 24 de junio de 2025

4 minutos

El pasado domingo 15 de junio se celebró el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. 65YMAS dedicó varios artículos a este evento, en claro contraste con la mayor parte de la prensa escrita, radio y televisión, que tendieron a ignorarlo. En cuanto a la clase política, resulta evidente que últimamente está muy ocupada en turbios asuntos que les afectan directamente. Pero, es obligado que nos planteemos la pregunta: ¿para qué sirven los Días Internacionales? 

Intentemos encontrar algunas respuestas.

La página web de la FIDA (Fondo Internacional del Desarrollo Agrícola) nos explica que, desde su creación en 1945, las Naciones Unidas han designado unos 200 días internacionales para conmemorar sus principales ámbitos de trabajo: la paz, el desarrollo, los derechos humanos, la justicia y la acción humanitaria. 

Estos días arrojan luz sobre problemas mundiales, como el agotamiento de los recursos hídricos, y conmemoran tragedias atroces, como el desastre nuclear de Chernóbil. Y añade que, sobre todo, los días internacionales nos recuerdan que todos somos miembros de una familia mundial, con un pasado, un presente y un futuro comunes. Este último párrafo puede parecer irónico a la luz de los terribles acontecimientos que están sucediendo día tras día, especialmente ahora, cuando todo el planeta está, por un lado, al borde de un colapso climático, y por otro, en los inicios de un conflicto bélico de consecuencias imprevisibles. En todo caso podríamos decir que somos miembros de una familia muy mal avenida, tanto que estamos dispuestos a exterminarnos unos a otros.

Pero, la FIDA, en un acto de optimismo naíf agrega que los días internacionales mejoran la vida de las personas a largo plazo, ya que sirven de catalizador para que el mundo reoriente sus esfuerzos y renueve sus compromisos con temas fundamentales. Son una forma de generar conciencia, conseguir apoyo político y lograr compromisos financieros.

No niego que eso se logre en algunos casos pero, ¿no podría ocurrir que la misma proliferación de días mundiales acabe por hacerlos ineficaces? 

Fijémonos, a título de ejemplo, en algunas fechas que se celebran este mes de junio. Así, el día 3 es el Día Mundial de la Bicicleta, el 11 es el Día internacional del Juego, el 21 celebramos el Día Internacional del Solsticio; respecto de este último no se me ocurre qué clase de toma de conciencia hemos de adquirir ni a qué institución hay que exigirle compromisos en aras a mejorar la calidad de vida de las personas. Pero, hay una fecha con una celebración muy peculiar: el día 9 de junio. ¿Saben ustedes qué es lo que se celebra? Pues nada más y nada menos que el Día Mundial del Pato Donald. ¡Alerta con el segundo término, Donald! 

No obstante estas objeciones y matices, aceptemos, en un ejercicio de confianza en la bondad, sensatez y acertados juicios de realidad de los seres humanos, que los días internacionales sirven para concienciar a las personas sobre temas que les afectan directamente y sobre la necesidad de adoptar decisiones valientes y honestas. En este marco subjetivo, también naíf, preguntémonos para qué sirve celebrar el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. ¿Ha servido o podrá servir para que las administraciones desarrollen medidas de prevención de los malos tratos a los mayores? ¿Ha servido para que la sociedad civil, en su conjunto, se sensibilice en un tema que, tarde o temprano, nos va a afectar a todos? ¿Los medios de comunicación han dedicado y van a dedicar espacios a este problema? 

Me temo que la respuesta sea negativa. Los grandes problemas no tienen soluciones fáciles, aunque desde determinados posicionamientos políticos se nos haga creer que es así. Además, esas soluciones no podrán ser inmediatas. Hemos de tener muy presente que, como ya he planteado en artículos anteriores, envejecer es un proceso que no goza de buena prensa. En nuestra sociedad es habitual comprobar el sistemático rechazo de todo aquello inherente al envejecimiento. No se soportan las arrugas, las artrosis, los temblores seniles, las hipertensiones arteriales, los deterioros cognitivos, entre otros. La sociedad suele defenderse de todos ellos adoptando la táctica de la proyección: todos estos males les suceden a los otros, no a él. ¿Quién piensa que puede llegarle un momento, habitualmente triste, en el que le ingresarán en una residencia en la que, muy probablemente, no le traten dignamente? O, ¿quién piensa que algún día un familiar afectado del síndrome de la piraña le expolie su patrimonio? 

Una buena toma de conciencia en el ámbito del abuso y del maltrato en la vejez exige, insisto una vez más, una campaña prolongada, crítica, honesta y, sobre todo, valiente. 

Exige, además, la colaboración entre las administraciones y las instituciones implicadas en ello. No es una cuestión que se pueda abordar de manera aislada, de salud o de servicios sociales, sino que deben implicarse también los medios de comunicación, las notarías, los bancos, las fiscalías, entre otros. Sólo trabajando de manera conjunta y articulada se podrá conseguir esa tan anhelada toma de conciencia del abuso y el maltrato en los mayores.

Sobre el autor:

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé (Barcelona, 1954) es psiquiatra y psicoanalista. Actualmente es presidente de la Sección de Psiquiatras del Colegio Oficial de Médicos de
Barcelona.

Ha trabajado activamente en el ámbito de la salud pública, siendo presidente del comité organizador del VII Congreso Catalán de Salud Mental de la Infancia y psiquiatra consultor del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltratos a mayores.

Es el fundador del Observatori de Salut Mental i Comunitària de Catalunya.

Su práctica clínica privada la realiza vinculado a CIPAIS – Equip Clínic (Centre d’Intervenció Psicològica, Anàlisi i Integració Social) en el Eixample de Barcelona.

Como docente, imparte formación especializada en ACCEP (Associació Catalana per a la Clínica i l’Ensenyament de la Psicoanàlisi), en el Departament de Benestar Social i Família y en el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya.

… saber más sobre el autor

OSZAR »